La violencia de género afecta a niñas, adolescentes y mujeres de todas las edades, de diferentes clases, grupos sociales y rincones del mundo. Sin embargo, múltiples estudios refieren que el riesgo de sufrir violencia y sus efectos no son iguales para todas las mujeres. Esto se debe en parte a que la discriminación y violencia basadas en el género frecuentemente se combinan con otras formas de discriminación, como la discriminación por la edad.
Un estudio realizado por Helpage International España (HIE) sobre la violencia de género en mujeres mayores, concluyó que la violencia infringida a este grupo etario tendría características particulares relacionadas con el edadismo y el machismo. Según el estudio, estas características distintivas harían más difícil de identificar y de abordar la violencia de género en mujeres mayores.
Edadismo y Sexismo
Por un lado, el estudio asiente que la incidencia de la violencia de género en mujeres mayores muestra ser más alta en comparación a mujeres de menor edad. Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer (2019) (1) en la que se basa este estudio, el 8.5% de mujeres de 65 años o más han sufrido violencia sexual y/o física en algún momento de su vida en comparación con el 16.1% de mujeres de entre 16 y 64 años. Mujeres en este último rango etario reportaron haber sufrido violencia psicológica en un 34.9% frente al 22.9% de mujeres de más de 65 años. Aunque las estadísticas indicarían una menor incidencia de violencia en mujeres mayores, esto podría deberse a que mujeres en este rango de edad suelen recurrir a servicios de ayuda formal en menor medida que mujeres de menor edad. En otras palabras, la violencia y la discriminación están presentes, sólo que no se hacen formal y estadísticamente visibles.
Otro punto que el estudio subraya sobre las particularidades de la violencia en mujeres mayores es que no sólo piden menos ayuda, sino que también a mayor edad, mayor sería la dificultad en identificar y reconocer la violencia como tal. La violencia fue y es no sólo aceptada, sino inculcada por sociedades machistas o por personas o entidades machistas en sociedades más igualitarias. Esto conlleva a una internalización y normalización de la violencia, a la internalización de roles de género, ideas tradicionales y mandatos religiosos que se combinan y potencian.
Por mucho tiempo la violencia y el abuso han sido y siguen aún siendo silenciados y encarnados por padres, pares, maestros, religiosos, trabajadores de la salud, y hasta por autoridades responsables de prevenir y atender el abuso, la discriminación y la violencia.
Asimismo, la duración en el tiempo de la relación con la persona que infringe el abuso/violencia, la utilización de la edad como elemento de daño, la escasa conciencia de género, y la normalización de la violencia son todos factores que impiden la visualización y la denuncia de esta problemática.
El estudio también menciona la desinformación, en cuanto a formas de pedir ayuda y resalta la falta de claridad en cuanto a dónde pedirla. Un elemento clave es no saber que existe ayuda de tipo psicológica, habitacional y legal sin costos para la persona. Mucha gente desconoce la existencia de organizaciones gubernamentales o sin fines de lucro locales de las que obtener apoyo, guía, y ayuda gratuita disponible.
A través del estudio Violencia contra las mujeres mayores. Interacción del sexismo y edadismo (Damonti, y colegas, 2018) (2), se manifiestan la necesidad de realizar mayores investigaciones que lleven como premisa esta interseccionalidad entre violencia basada en el género, edadismo y machismo.