Me encanta el aroma de la vainilla; adoro el olor del café recién hecho, y el del chocolate cuando destapo su envoltura. Y es que el olfato es un sentido maravilloso, no sólo porque nos permite percibir fragancias, sino porque al hacerlo podemos recordar personas, lugares y momentos.
Pero, ¿sabías que muchos de los olores son beneficiosos para nuestro organismo? Quizá conoces las ventajas de la aromaterapia; tal vez más de una vez frotaste sobre tu cuerpo una de esas tantas esencias para relajarte por unos minutos.
Sin embargo, en la década de los ochenta surge una ciencia que, al igual que esta terapia holística, estudia los aromas (tal vez por eso muchos las confunden): la aromacología. Si buscamos esta palabra en el Diccionario de la Real Academia Española, no la podremos encontrar. Y es que esto que muchos denominan “psicología de los aromas” es relativamente nuevo.
La aromacología estudia las diferentes emociones que se pueden provocar cuando olemos determinados aromas. Puede combinar las esencias y las fragancias; de hecho, no es necesario que estén exclusivamente separadas como ocurren en la aromaterapia, en donde se emplean únicamente aceites esenciales para el tratamiento de ciertas enfermedades, y se combina, algunas veces, con masajes corporales.
En la aromaterapia es necesario que los aceites entren en nuestro cuerpo a través del olfato o de la piel para poder beneficiarnos de sus propiedades. En esta terapia no se consideran los aspectos cognitivos ni culturales de las personas, sólo los fisiológicos.
En la aromacología; en cambio, se investiga científicamente la relación existente entre los aromas y la mente humana. Es un proceso que está ligado a la neuroquímica del cerebro. Se enfoca más en la acción de los olores sobre la constitución psíquica del individuo y sobre su conducta que sobre su cuerpo. Se centra en estudiar las respuestas de las personas ante los estímulos olfativos: nos ofrece información sobre cómo y por qué reaccionamos frente a un olor determinado. Tiene un enfoque mucho más emocional.
Las investigaciones realizadas en el campo de la aromacología han arrojado resultados interesantísimos. Los efectos en las personas son muchos, de acuerdo a las fragancias que olemos:
- Las ondas del cerebro pueden variar;
- La presión arterial puede subir o bajar;
- Nuestro ritmo cardíaco puede acelerarse o no.
También se encontró que los aromas agradables permiten recordar momentos placenteros, mientras que los desagradables los inhiben. Y es que hasta el marketing se ha beneficiado de esta ciencia, ya que se ha demostrado, entre otras cosas, que el olor de la vainilla incita a comprar porque nos recuerda la leche materna que, según estudios, dispara las ventas.
La aromacología todavía es una ciencia joven. Aun cuando existen resultados confusos, sí se ha comprobado que la estimulación por el olor afecta el estado de ánimo de las personas, y que influye en su capacidad de memoria, en sus recuerdos, y en la toma de decisiones.
El olfato es un sentido que no descansa, estamos constantemente expuestos a los olores del ambiente, y el poder de estos aromas sobre nuestra mente es asombroso. Estoy segura de que en pocos años esta ciencia dará mucho de qué hablar. Ya la industria cosmética y de perfumería se ha apoyado en todas estas investigaciones; sólo queda esperar.
