“Mi hijo solo fumaba marihuana y jugaba videojuegos en su cuarto. Ya no sabía qué hacer y estaba desesperada hasta que descubrí esto”.
“Cuando mi hijo Sebastián* dejó de ser el dulce adolescente al que le gustaba ver películas con la familia y solo se quedaba en su cuarto fumando marihuana y jugando videojuegos, me di cuenta de que algo estaba mal. Pasaron los años y esta conducta se volvió aún más preocupante y tuve que admitir que tenía una verdadera adicción. Un día terminó en la emergencia con un caso de paranoia: pensaba que sus compañeros lo querían matar. ¡Estaba desesperada!”.
Este es el caso de Marcela*, una madre preocupada que llegó a mi consultorio angustiada, y como muchas madres, ya no sabía qué hacer para ayudar a su hijo, veía como su vida estaba fuera de control.
Quería estrategias para comunicarse con él, intervenir, hacerlo reaccionar. Presentaba claros síntomas de depresión y ansiedad, que son comunes en aquellas personas que viven con problemas de alcoholismo y adicción en sus familias.
De esto hace 5 años y esta madre hoy tiene una buena relación con su hijo, Sebastián. Pueden hablar de todo y tienen una relación de respeto. Marcela ya no está pendiente de su hijo y vive su propia vida con una actitud diferente. Puede disfrutar y sentirse agradecida por las pequeñas cosas, sonríe cuando escucha el canto de los pájaros y se toma todo con otra calma, ¡incluso su trabajo y las relaciones con los compañeros han mejorado! Cuando las cosas salen mal, tiene herramientas para abordar los cambios de la vida y su felicidad no depende de los demás.
Lo logró trabajando en su propia co-dependencia. ¿Es posible que tú también te veas afectado/a? Contesta esta encuesta para averiguarlo.