En esta temporada de otoño debes visitar Mont-Tremblant, Quebec

Uno de los paseos más agradables que pueden darse en la provincia de Québec en otoño
Toronto · Publicado el: 30 octubre, 2017
Uno de los paseos más agradables que pueden darse en la provincia de Québec en los meses de primavera a otoño es sin dudas a Mont-Tremblant, aunque también ofrece todo tipo de entretenimiento a los amantes de los deportes de invierno en los meses más crudos de la estación blanca.  
 
Se trata de una pequeñísima ciudad, ubicada en el municipio regional de condado de Les Laurentides, y a su vez, en la región administrativa del mismo nombre. Queda aproximadamente como a 130 km al noroeste de Montreal, o a unos 140 km al noroeste de Ottawa.
 
Ya desde antes de llegar se disfruta del paisaje montañoso y de pintorescas casas. Hay que mirar bien el mapa, y prestar atención a todas las señales de la ruta porque entre tantas montañas altas y caminos es muy fácil perderse, tal como me sucedió a mí.
 
Al llegar, hay un pueblo que parece sacado de un libro de cuentos de hadas, lleno de farolas con macetas de flores que cuelgan. Allí, en la Centre-ville, encontrará un buró de información turística, donde puede obtener mapas gratuitos, ¡pero no crea que ha llegado! Debe continuar el camino loma arriba y cerciorarse de que pasa por la rotonda correcta, siempre hacia arriba, donde también hay un lago (en realidad dos grandes lagos, el Monroe y el Tremblant, y otros lagos pequeños), así como un río, Riviere du Diable (del Diablo).
 
Cuando finalmente llega a la villa de Mont Tremblant no puede menos que asombrarse por la belleza del lugar, la arquitectura, lo bien ensambladas que están las edificaciones de tantas cadenas hoteleras, tiendas y restaurantes en tan reducido espacio.
 
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Hay un laberinto de jardines entre los variados restaurantes de comida tailandesa, china, pizzerías y de todo tipo. Sin contar que podrá encontrar todo lo que necesite en sus surtidas tiendas. Da gusto caminar por sus callejuelas empedradas loma arriba y loma abajo, pero si se cansa no se preocupe: hay un “carrusel” gratuito que lo ayudará a subir nuevamente hasta su hotel.
 
Para los niños hay algunos entretenimientos como un parque donde pueden escalar una montañita, donde al llegar a la cima tocan una campanita. Hay un enorme trampolín con ligas de seguridad para saltar hasta el cansancio, entre otras atracciones.
 
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Casualmente, en el fin de semana en que estuve alojada allí con mi familia, tuvo lugar un festival de blues que mantuvo animada a toda la villa desde el atardecer hasta bien pasada la media noche. Hay varias plazas con escenarios para los músicos y los shows pueden disfrutarse cómodamente desde gradas,o desde las terrazas, mientras se toma unas copas de vino o unas cervezas.
 
A la cima se puede subir a pie, ¡Esto lo hacen los más atléticos y valientes! El monte Tremblant, con sus 875 metros de altura, es la montaña más alta de las Laurentians. 
 
Debe su nombre a las tribus de aborígenes algonquinos que le llamaban “montaña que tiembla”. Por lo general las familias con niños y las personas mayores utilizan el teleférico (góndola o fonicular, según le llamen en diferentes países).
 
Desde la altura a la que sube puede no menos que suspirar ante tanta belleza y colorido. ¡Los paisajes quitan el aliento! 
 
Puede verse el río del Diablo que pasa por el costado de la villa; los senderos para subir al monte y hasta algunos ciervos, que increíblemente no se esconden de los humanos (ya deben estar acostumbrados a su presencia).
 
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Los hoteles son simplemente maravillosos; cerca unos de otros con piscinas y saunas. Al menos puedo recomendar el Fairmont Tremblant, donde las tres saunas y las enormes piscinas me dejan en estado de éxtasis cuando las recuerdo. También su restaurante con desayuno continental, su variado menú de almuerzo y cena es una experiencia de lujo para el paladar más delicado y exigente. Las habitaciones están decoradas con muy buen gusto, y no puedo dejar de recordar las blancas sábanas y las almohadas que me hacían sentir… ¡No ya cerca del cielo, sino dentro del cielo mismo!
 
Dentro de la villa todo se puede hacer caminando, hay un pequeño lago y otro cercado donde hay una pequeña orilla con arena donde los niños pueden jugar. Este resort también es un centro de atracción para los esquiadores, localizado a 5 km de la villa propiamente dicha. También tiene una pista donde se realiza la famosa carrera llamada “Circuit Mont-Tremblant”, donde participan entre otros los Fórmula Uno, Can-Am, Trans- Am y autos campeones de series mundiales.
 
Además, en las áreas aledañas también se pueden dar recorridos en bicicleta, andar en cayack, en canoas, pescar, jugar golf y practicar otras actividades.
Desde 2006, Mont- Trembalnt tiene su propio equipo de fútbol amateur, el Mystral, y el equipo junior de hockey AA, Les Diables (Devils).
 
Un poco de historia
 
Antes de la colonización europea, ya esta área estuvo habitada por las tribus algonquinas. Los europeos comenzaron a asentarse alrededor de 1872 alrededor de la parroquia donde oficiaba el sacerdote Antoine Labelle, lo cual ayudó a formalizar el poblado en 1879.
 
Ya para 1892, se terminó de construir una línea de ferrocarril desde Montreal que llegaba hasta la villa de Saint- Jovite, y que luego se extendió hasta el Lago Mercier en 1904. En 1905 se construyó un dique para la hidroeléctrica en los bancos de Ruisseau (Clear River) y en las orillas del río del Diablo (Devil's River), lo cual llevó la electricidad, inicialmente a Saint-Jovite. En aquellos tiempos las principales actividades económicas eran la agricultura y la tala de árboles.
 
El resort para esquiar fue construido por Joseph Bondurant Ryan, en tanto que la renta de habitaciones para descansar en Mont-Tremblant comenzó en 1939. Su familia vendió el resort en 1965 a un consorcio de inversionistas.
 
Según el censo de 2011, había 9494 personas residiendo en esta ciudad con una densidad poblacional de 40,5 hab./km². Los datos del censo mostraron que, de las 8892 personas censadas en 2006, en 2011 hubo un aumento poblacional de 602 habitantes (6,8%), y al parecer, la cifra seguirá aumentando pues es un lugar magnífico para quienes gustan tanto de la tranquilidad de la naturaleza como del aire puro o los deportes. ¡Es un sitio donde se puede sentir la felicidad en las cuatro estaciones del año!
 

Las mil y una islas

Taimi Antigua

Canadá me adoptó y estas son mis vivencias en el país. Desde aventuras en Brockville, la ciudad de las mil islas, hasta viajes para contarles sobre la belleza del terriorio canadiense

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