Los recientes cambios en las políticas del Gobierno han hecho que obtener la ciudadanía canadiense sea más restrictivo y contraproducente para la integración de los inmigrantes, afirma un reciente estudio. Elke Winter, catedrática de la Universidad de Ottawa, publicó un estudio para el Institute for Research on Public Policy titulado “Convertirse en Canadiense: Entendiendo los recientes cambios en las reglas para la Ciudadanía”.
Y es que entre el 2006 y el 2013, se emitió una nueva guía de ciudadanía como mayores exigencias en las pruebas, elevando el requisito del idioma, o la forma de llevar a cabo la ceremonia de ciudadanía (por ejemplo, tener la cara descubierta, cuando hay religiones que no lo permiten). Según el Gobierno, estos cambios estaban destinados para mejorar el valor de la ciudadanía canadiense. El estudio cuestiona la actitud del Gobierno en representar a los recién llegados como “estafadores” y señalar a ciertas religiones y culturas como “potencialmente menos adaptables”.
Elke Winter revisa estos cambios y evalúa el contexto de los debates internacionales sobre ciudadanía y naturalización en su reciente investigación. Según su análisis, el régimen de Canadá parece estar moviéndose hacia la “renacionalización”. El impacto de estos cambios es evidentes si se compara el número de ciudadanías concedidas, de 176,572 en el 2008 a 113,142 en el 2012; pese a que en ese periodo las solicitudes han aumentado de 242,400 a 317,440. El número de ciudadanías concedidas anualmente se ha reducido en más de 63,000 en los últimos cuatro años. Mientras que las solicitudes han aumentado en más de 75,000 en el mismo lapso de tiempo.
Actualmente existen más solicitudes pero se conceden menos ciudadanías que años anteriores. La socióloga muestra su preocupación ante las nuevas reglas que hacen más difícil o incluso pareciera imposible la ciudadanía para los inmigrantes.
FOTO: Marc Lostracci
